viernes, 15 de junio de 2012

El Brillante Disfraz del Rock


Tres horas y cuarenta minutos. No, no es la duración de “Lo que el viento se llevó”. Tres grandiosas horas y cuarenta magníficos minutos fue lo que duró un concierto de rock el otro día en Milán. ¿Quién, en su sano juicio, aguanta eso sobre el escenario haciendo vibrar a setenta mil personas? ¿Quién va de gira durante un año tocando cada dos días? No. Justin Bieber no. Gracias por participar. Quién si no joder. Springsteen. Bruce Springsteen. Venga, ya los oigo. Oigo a todos esos que dicen: ja, el mecánico de New Jersey, el camionero de New Jersey… bla bla bla. Ignorantes fuera, gracias. Adoro estos clichés porque demuestran lo atrevida que es la ignorancia humana, y más aun la ignorancia española. Una vez que esa pandilla de incultos haya ahuecado el ala seguimos. Si no conocemos algo nos callamos, escuchamos, aprendemos, y luego soltamos pestes si se tercia. A mí de hecho me pasó algo parecido con Eric Clapton y la pereza que me daba hasta que un buen amigo tuvo la paciencia de explicarme muchas cosas y a día de hoy me encanta Clapton. Pero hoy no toca hablar de Slowhand. Hoy toca el Jefe. Os preguntareis por el título. El título por un lado hace referencia a una canción del Boss, Brilliant Disguise, pero eso ya muchos lo sabíais. ¿Y por qué ese título? Porque creo que el Rock desapareció hace mucho tiempo. No llegó a morir pero se esfumó. No sé en qué momento pero el Rock sufrió tal cambio que ya prácticamente no hay Rock. Ese espíritu del primer rock de Elvis y Roy Orbison, esa canción rebelde de sueños rotos y noches cálidas de verano, de ganas de huir, de promesas por cumplir, esas baladas rockeras que hacían mover las caderas hasta a nuestro monarca. Pero, como siempre, aún hay esperanza. Y digo esto porque Bruce no es tampoco ese rock del que hablo. Es algo que va mucho más allá. Springsteen ha conseguido lo que nadie, repito, nadie, ha logrado. Ha conseguido que, a sus sesenta y dos años y más de cuarenta on the road, su concepto de música, de espectáculo, de ideas cale más hondo que nunca en la gente. Springsteen ha llevado al Rock a unos límites que nadie podía pensar cuando aquel chaval de Freehold, New Jersey, empezaba en el mundo de las seis cuerdas. Que sí, que no es un gran guitarrista, que sí, que tampoco tiene la mejor voz. ¿Y qué más da? ¿Qué importa todo eso si en el momento de subir al escenario él y la E Street Band arrancan y empiezan a rugir como un motor de una Harley? Da igual la canción con la que empiece. Puede ser suya o tocar un tema como London Calling de The Clash o un Twist and Shout que te parte las caderas. Es una explosión de música, de sensaciones, de sentimientos que van desde la tristeza en algunas de sus canciones al júbilo absoluto pasando por la más descarnada de las rabias o los sentimientos más oscuros. Me consta que no solo es a mí, ya que la legión de fans del Boss es probablemente la más inmensa y variopinta del mundo, pero él consigue algo muy difícil en el mundo de la música hoy en día. Ha conseguido que mensajes eminentemente progresistas calen en gente de todas las ideologías. Consigue transmitir “algo”. Y por algo no hablo de ganas de bailar, de llorar o de lo que sea. Hablo de “conectar” con alguna parte de ti. Sentirte realmente identificado con ese “algo”. Esa música llega a algún lugar de tu alma que probablemente no sepas que tenías. Despertar unos sentimientos que a priori no van contigo ya que tú no eres el desgraciado protagonista de la canción. Esos pelos de punta con solo escuchar los primeros acordes de Thunder Road… No me pasa solo a mí y no, no estoy loco, gracias. No sé si me entendéis, lo siento. Si tenéis oportunidad id a un concierto. De verdad. Puede que no seáis fans de él, pero aquello es otro mundo. Es un ritual en el que todo el mundo es bienvenido. Solo una vez hayáis asistido a uno de sus conciertos, solo entonces, podréis decir lo del camionero de New Jersey. Pero si sois gente normal, no hace falta que seáis fans, saldréis encantados diciendo que habéis visto al Jefe y que habrá sido una experiencia inolvidable, os lo aseguro. Es alguien irrepetible, con una banda irrepetible, un ambiente irrepetible, todo es único, solo hay un Jefe, y, como él dice: Ladies and Gentleman, you’ve just seen the heart stoppin’, earth quaking, booty shaking, love making… The fucking legendary E Street Band. El domingo y de la mano de la mejor compañía posible, tendré la oportunidad, otra vez, después de cinco años, de reconciliarme con la música actual de la mano del Boss. Puro delirio. Pura vida. Ya veréis.

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