jueves, 17 de diciembre de 2015

Cuando la Fuerza cambió mi concepto del cine


Tras mucho tiempo sin acercarme por esta barra de nuestro querido bar he decidido volver para contaros una pequeña historia basada en hechos reales. 

Hace aproximadamente 20 años que, con apenas 6 o 7 años, curioseando entre la estantería de las películas de la casa de una tía mía encontré un estuche de cartón, con tres películas VHS dentro, con nombres francamente extraños para un niño de esa edad y con un tipo con una máscara vestido de negro como foto principal
del estuche. Nombres como “Una Nueva Esperanza”, “El Imperio Contraataca” y “El Retorno del Jedi” se me antojaban confusos y desconocidos, palabras raras, por lo que le pedí a aquella tía mía que si me las dejaba ver, a lo cual sonrió y me dijo que sí.

Así que introduje “Episodio IV: Una Nueva Esperanza” en el antiguo reproductor VHS (había que rebobinar primero, casi nadie se acordaba de dejar las pelis rebobinadas tras verlas…), ya que según ella era la primera que debía ver… Aquello empezó de la manera más rara que había visto o veré empezar una película… ¡Episodio IV! ¿Qué tipo de saga empezaba por la cuarta parte? ¿En qué estarían pensando? En menudo lío me había metido. Tras ese momento de confusión todo cambió. Empecé a verlas y fue el principio de una historia que dura hasta día de hoy para mí. No fueron las primeras películas que vi lógicamente, pero han sido las películas que más veces he visto en mi vida, y, sobre todo, las que más me han llenado. Han llenado ratos de humor, tensión, alegría, discusiones con amigos… que es precisamente lo que uno busca en una película, no pasar un rato sin más, si no que le transmita algo, que algo despierte. No estoy aquí para juzgar unas películas ya que no puedo, carezco de la objetividad necesaria en este caso y no me importa lo más mínimo, pero cuando se estrenaron estas películas había nacido una leyenda y ya nada volvería a ser lo mismo en el mágico mundo del cine.

Mi historia personal con Star Wars es la historia de mi cine, ya que a partir de esos westerns ambientados en aquella galaxia muy, muy lejana, repleta de personajes carismáticos, sembraron en mí la curiosidad por el cine, por el Cine con mayúsculas, por el séptimo arte que tantas alegrías y buenos momentos me han hecho pasar hasta el día de hoy con todo tipo de obras maestras, mucho mejores que esta saga sin duda, pero muy lejos todas ellas de ser tan especial y querida como Star Wars lo es para mí.

20 años han pasado ya desde la primera vez que vi esas tres películas. Años en los que desesperados pedíamos la ayuda a Obi-Wan, que era nuestra única esperanza. Han sido unos años en los que cada vez que se habría o cerraba la puerta del garaje, no se cerraba una puerta cualquiera, sino que se cerraban o abrían las puertas romboides de la Estrella de la Muerte. Han sido unos años insistiendo en que aquellos no eran los droides que buscaban los soldados imperiales. Años asintiendo a cada frase que decía Chewabacca que, sin entender ni uno de sus rugidos, todos sabíamos que tenía razón y no había más que hablar si no querías recibir una torta del felpudo con patas. Años sabiendo si el pequeño cabezudo de R2 estaba mosqueado en función de los pitidos que emitía. Años sabiendo que Han Solo disparó primero en la cantina, y por debajo de la mesa además, porque era un fuera de la ley, pero era un gran tipo, todo un amigo en tiempos difíciles. Años encontrando molestas ciertas faltas de fe. Años haciendo la broma mala de usar la Fuerza para abrir las puertas automáticas. Años con los pelos de punta cada vez que se escucha esa obra maestra que es la Marcha Imperial del gran John Williams. Años sabiendo que Leia acabaría con Han a pesar de los celos de este con respecto a Luke. Años soñando pasear en moto por los bosques de la luna de Endor. Años ocultándonos del Imperio en el planeta helado de Hoth. Años deseando ver el ocaso de aquellos soles binarios en las dunas de Tatooine. Años teniendo simpatía por el gran Lando Carlrissian, un jugador de cartas, un sinvergüenza, un canalla, que, según Han, nos caería bien. Años queriendo pasar una fiesta en el palacio de Jabba, porque aquel Hutt mórbido sabía cómo pasárselo bien. Años sabiendo que si le llevabas la contraria a Vader te asfixiaría hasta la muerte sin necesidad de tocarte. Años tratando de hacer caso a Yoda, ya que las cosas o se hacen o no se hacen, pero no se intentan. Años pilotando el montón de chatarra más rápido de toda la galaxia, el Halcón Milenario. Años tratando de explicar que no era culpa de Han Solo que la nave no saltara al hiperespacio. Años deseando callar al sabiondo del lingote dorado de C-3PO, porque sabíamos mejor que él que las posibilidades de navegar en un campo de asteroides y sobrevivir eran de 3720 frente a 1. Años sopesando sobre el color de nuestro sable láser imaginario… ¿azul?, ¿verde?, ¿rojo? Años viendo una de las declaraciones de amor más épicas y con más estilo de la historia del cine, Han con Leia antes de ser congelado en carbonita. Años en los que repetíamos junto con el almirante Ackbar aquello de “¡Es una trampa!”. Años sabiendo que el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio al sufrimiento y el sufrimiento al lado oscuro, y, en cierto modo, ¿acaso no tenía razón Yoda después de todo?




Pues tras 20 años disfrutando de todo esto llega el momento que todos los seguidores de esta alocada space opera llevamos esperando. Sé que esta noche voy a disfrutar exactamente igual que como he disfrutado durante estos años, como un chaval viéndose como un cowboy en el espacio, pura magia y aventura, porque “Episodio VII: El Despertar de la Fuerza” es precisamente eso, el despertar de algo que, en mi caso, lleva conmigo 20 años y nunca se fue. Y es que, como nos recordaba el viejo Kenobi, la Fuerza nos acompañará, siempre.

jueves, 23 de mayo de 2013

Señorío es morir en el campo




Este es el país; siempre lo he dicho, usando la magistral frase de don José Salazar, Porrina de Badajoz, cantaor flamenco de origen pacense; del tocino y de la envidia. De boina y resentimiento. La historia lo avala. Y, en el 2013, también añado yo, de cosecha propia, que este es el país de Campofrío. ¿Por qué? Simple. Un anuncio que muestra un país que presume de miserias, de farsas y chorradas que no van a ningún y que aún así nos permitimos el lujo de chulear, ensalzando nuestra profunda y triste mediocridad. ¿Y a qué demonios viene todo esto? Pues a que va a ser. Esta semana nos dice adiós un grande, un tipo peculiar pero que la historia le dará la razón. José Mourinho.

José Mourinho. Ese hombre. Tan odiado y admirado a partes iguales. Dejadme que os exponga mi particular punto de vista. Lo escribe un madridista. No de los de rasgarse las vestiduras delante del personal diciendo: eh, qué pasa, que soy del Madrid. Un madridista que tampoco se sabe todos los malditos trofeos del Madrid ni falta que hace ya que el saber sí ocupa lugar. Un madridista nieto de socio colega de Bernabéu e hijo de socio. Madridista por sangre nacido en Badajoz. Vamos por partes, que dirían los carniceros.

Este país huele podrido. Abres la nevera y sabes que hay algo que no debería seguir ni un segundo más ahí dentro. Bien, en la nevera que es España hay muchas cosas podridas. Política, banca, educación… y medios de comunicación. No emprenderé una cruzada contra los medios de comunicación de este país pero si me permitiré el lujazo de soltar toda la mierda posible sobre sus cabezas. La prensa deportiva ha perdido, si es que alguna vez la tuvo, toda la credibilidad. Cuando te alimentas de carroña, cuando te conviertes en un “Sávame Deluxe”, cuando te metes en tu guarida resentido día tras día, cuando tu único fin es mentir insaciablemente, es que estás podrido. En España les encanta señalar con el dedo (se ve que sus madres jamás les enseñaron que señalar con el dedo es de cobardes y peor aún, de maleducados). “Él, él, él es el culpable” dicen todas las bocas señalando a Mourinho. “Él jamás entendió el madridismo. Él se ha cargado este equipo. Él nos ha dividido”. Perdonen, pero si una persona, un entrenador, es capaz de dividir un sentimiento… es que jamás hubo unión. Hay guerras, con sangre de por medio, que no han conseguido eliminar una idea, un sentimiento. ¿De verdad consideran estos canallas de la prensa que un entrenador puede? Inútiles… 

Desde el primer día Mourinho no cortó cabezas sin ton ni son, pues no era la reina de Alicia en el país de las Maravillas, ni el percutor de la guillotina, si no que  cortó las cabezas de aquellos que se oponían, aferrándose al pasado, a dar un paso al frente y afrontar la cruda realidad de un equipo de capa caída. Cortar cabezas y callar a hipócritas. Para eso hace falta valor y huevos, cosas de las que carecen por completo cualquier cateto que escriba en Marca, o en ese barco hundido llamado El País, con Diego Torres titulando “A Mou le puede la presión”. A toda esta gentuza que presume de valores, que ensalzan a un personaje endiosado como el dopado hasta las cejas Guardiola, que prefieren alabar a un club completamente politizado y a favor de la independencia, cosa que me parece bochornosa… les diré la frase de Mourinho: Señorío es morir en el campo. Mientras que el puñetero Madrid murió en la vuelta de semifinales de Champions… el Barcelona se dejó esclavizar una y otra vez hasta siete veces por los alemanes rozando lo grotesco. Eso, perdónenme los culés irascibles y cejijuntos… no es señorío. Señorío no es apelar a Juanito cada vez que toca una remontada como hacen algunos madridistas. Señorío es decir lo políticamente incorrecto cuando lo de moda es sonreír y decir lo humilde y lo guay que eres. Señorío es decir la verdad que nadie quiere oír. En los tiempods difíciles es cuando los líderes aparecen, no cuando tienes a prensa, UEFA, FIFA, RFEF de tu lado, como en el caso del Barcelona. Y en la tormenta es cuando el enemigo solo se refugia en el insulto, en el ataque personal, en la mentira y en la difamación.  Cuando el enemigo solo sabe criticar, porque no tienen ni idea de hacer otra cosa, destruir o tratar de hacerlo… lo difícil es mojarte durante la tormenta. ¿Pero qué vamos a esperar de los periodistas de este país cuando estamos ante un país aborregado lleno de funcionarios inútiles cuya única tarea es pasar página tras página del As? El periodismo deportivo (de opinión, ojo) es fiel reflejo de una sociedad aletargada y caciquista, en la que el premio para el que lo merece no existe, el logro se consigue a dedo.

Una vez que vieron que Mourinho los tenía bien puestos, atacaron a la desesperada. Él, un portugués, qué cojones nos va a decir un portugués a nosotros, ja. Él, que nunca jugó al fútbol de verdad, qué nos va a contar a nosotros que llevamos mil años soltando mierda. Y luego están los patriotas. Los de “un tío de la casa” debería capitanear el barco. Y poner a Paco Martínez Soria de contramaestre, no te jode, anda.
Jodidos hasta la saciedad, ya que sintiéndose completamente superados intelectualmente por el portugués, que, muy a mi pesar, ha fracasado deportivamente hablando respecto a lo que se esperaba él, les seguía vacilando en rueda de prensa. Y es que los españoles tenemos mal perder, además de tener un ganar terrible, ya que creemos que merecemos todo el mérito (el Chelsea equipazo gracias a españoles, Torres y Mata… una leche, Gasol es dios en los Lakers, tenemos incluso ÑBA como si tuviéramos algo que hacer con la NBA…). 

Mi conclusión es que los españoles no hemos estado a la altura de nuestro invitado portugués. Ese “nazi portugués” como le ha llamado algún indocumentado que no saber hacer la “O” con un canuto. Para Mou el talento es lo que cuenta, no un puesto asegurado. Y ante un sistema que no premia al talento… ¿qué se hace? Cambiar el sistema, ¿quizás? Ni de coña. Que se coman el marrón los españoles, que yo paso. Respeto esa decisión. Me habría encantado que siguiera un par de años para ver alguna que otra cabeza aborregada caer, pero le entiendo. Es imposible en este país, que, en todos, repito, todos los aspectos, premia al más chabacano, inculto, progre y demás. 

Tres años de fortísima tensión contra un solo individuo. Ni a Aznar, ni a Bush, ni a nadie se le ha sometido a este bombardeo periodístico, a nadie. Siendo sinceros, no compensa. A un hombre, a un hombre de verdad, con familia e hijos, no le compensa en absoluto que le tilden de nazi de manera grosera… no le compensa a nadie. Mou ha sido capaz de enrabietar a toda la chusmilla, haciéndoles decir una cosa y la contraria con tal de contradecirle. Echad un vistazo a la sociedad y lo veréis. El Madrid y este panorama ha sido fiel reflejo de una sociedad corrupta donde el que se opone a lo establecido le tachan de facha. Mou ha sido un nazi, un facha, un maleducado… todo lo que queráis, pero no os engañéis aquellos que os hacéis llamar madridistas… no ganáis con su marcha, perdéis, perdéis una gran oportunidad de reformar un club que cuando llegó Mou olía a rancio… lo que pasa es que pensáis que  para chulo mi pirulo, que reza el dicho…  Yo creo que ciertas personas en el Madrid han aprendido la lección. Mou demostró que además de la hegemonía del Barcelona, existía otra forma de ser, otra forma de actuar, lejos de la hipocresía culé y de la humildad forzada de su entrenador. Catalizó una reacción ante aquello. El Madrid podía tener un estilo propio, podía ser otra cosa. Ese otro estilo ganó al Barcelona una Liga, el tan proclamado mejor club del siglo, en su casa, callando bocas. Lejos queda que zoquetes de la prensa, radio y TV  deportiva, resentidos e ignorantes en potencia hayan aprendido algo, lo dudo, ya que la frente de casi todos no levanta medio centímetro desde las cejas… pero eso ya es harina de otro costal. Señorío es morir en el campo, lección aprendida por mi parte, Mou, and good luck.

jueves, 14 de marzo de 2013

Pandilla de Indeseables



Os voy a contar un par de hechos que me han tocado la fibra de mala manera, disculpad que sea un poco larga la entrada, pero trataré de ser conciso.


El primero de los hechos, y quizás el más serio, tiene que ver con lo siguiente. Boca de metro. Ciudad Universitaria. Madrid. 8:15 de la mañana. Después de dos cafés uno se encamina hacia su deber y justo en el momento de salir a la calle… allí estaban. Berreando como completos capullos, sentados en las escaleras de la boca de metro, bloqueando el paso a este humilde servidor y a tantos otros que nos dirigíamos a nuestros deberes. Todos estaban cortados por el mismo patrón. Lo que se ha puesto tan de moda, perroflautas. Vestidos con harapillos, barbas y greñas asquerosas, colores oscuros, suciedad, mal olor, chillos molestos…en fin, un drama innecesario. Que esta pandilla de politoxicómanos vaya a manifestarse a la puerta del Ministerio de Educación por que el señor Wert les da mucho por saco me parecería bien, allá cada uno con lo que hace en su vida, pero por favor, que no se metan en la mía. En aquel momento pensé que qué haría Bruce Willis. Probablemente cogería un helicóptero, el más cercano que encontrara, y lo estrellaría contra toda aquella masa deforme de gentuza, al más puro estilo La Jungla de Cristal, al son de yipi ka hey, hijos de puta, y de fondo sonando el Himno de la Alegría. Un sueño… en eso se quedó.

Todo esto lo que me lleva a pensar es… lo que les jode a la izquierda perder unas elecciones. Me da igual hacia qué lado se escore cada uno que lea, izquierda o derecha, pero yo aquí hablo de lo que me da la gana. Y es que la izquierda de este país es resentida, mala, con mala leche. Les jode perder, siempre igual. Claman al cielo cuando pierden contra el mismo sistema que les aúpa al poder cuando los idiotas de los españoles les votamos, bueno, les votan, porque yo no. Es perder las elecciones y todo el mundo a la puta calle a chillar. A protestar un poco por todo. A pedir cabezas de responsables. Cuando los únicos responsables, repito, los únicos, de la miseria de este país, de la falta absoluta de valores y de moral en esta sociedad son ellos, la izquierda envidiosa y rastrera. A esa izquierda que le encanta prohibir cuando gobierna, que le encanta adoctrinar a las masas, pero cuando se encuentra en la sombra de la oposición solo se decida a buscar carroña. Vestidos con trajes o con harapos, son la misma calaña de personas, unos perfumados y otros huelen a porro. La misma mierda pero de distinta calidad. Mientras esas personas se dediquen a estorbar es imposible hacer nada. Lo de no dejarme pasar en el metro es solo un pequeño hecho, pero significativo. Eso mismo es lo que hacen a gran escala. Impedir que la gente que quiere hacer algo (más o menos acertado lo que quiera hacer cada uno) lo haga. Para acertar muchas veces hay que equivocarse, muchas veces se toman decisiones que podían no ser las mejores, pero es el hecho de tener huevos para tomarlas lo que aplaudo de la gente, mientras que otros, simplemente se dedican a mirar, a joder, a estorbar el paso de gente que quiere hacer algo.


Vamos con otro indeseable. Este sujeto es un don nadie, ni lo conoceréis, pero para mí ha pasado a ser uno de los mayores subnormales que pululan por el mundo. No hay nada peor que un tonto que se cree alguien. Y éste se lo cree. Su nombre es Federico Maciñeira, su tuiter es @MacFrico, y muestra síntomas de una parálisis cerebral más que irreversible. Todo viene a santo de que tras la entrega de los premios Laureus (algo así como los Oscars de los deportes) el payaso en cuestión se aventura a escribir una entrada (que os recomiendo, no tiene desperdicio, haced click aquí) criticando que el premio al “Mejor Equipo” haya sido otorgado al Equipo Europeo de la Ryder Cup, es decir, un equipo de golf. Está claro que este ignorante, muy ufano y sabedor de su altísima inteligencia, trata de descojonarse del golf como deporte, de la gente que lo practica y de todo lo que rodea este mundo. Pues bien, aquí me has tocado los huevos chaval. Primero el pelmazo  no tiene ni puñetera idea de lo que escribe, y además se creerá Vargas Llosa. Si el lince del que hablo hubiera visto tan solo un reportaje de lo que ocurrió en el campo de Medinah, en Chicago, se daría cuenta de que vio un milagro deportivo. Un equipo de doce jugadores, jugando bajo la bandera europea, derrotó en el último instante a doce jugadores norteamericanos.

Argumentos que usa el payaso: el golf se juega individualmente, y por eso no puede optar a ese premio. Cierto es que se juega indivudualmente. No por ello deja de ser un deporte el tenis cuando en la Copa Davis se juega puntos individuales, ¿no?

El golf no es un deporte, es un juego. Y si tu madre tuviera ruedas sería una bicicleta. Dirá lo mismo del ski, de la equitación, de la vela… un resentido que asumo que quiso apuntarse a clases de caballo de pequeño y le dijeron que no, que fuera a correr detrás de una pelota que sale más económico.

En el resto de su basura de artículo dice lo siguiente, copio textualmente:

Nos levantamos a las 10… Nos acicalamos y nos vestimos de domingo. De los domingos de toda la vida de misa de 12, paseo por la plaza y comida familiar. Desayuno a mesa y mantel en el hotel con bollería, café, huevos con bacon… Nos vamos al club de campo en limousina. Entramos en un vestuario en el que lo más usado son los espejos y lo menos la ducha. Llega un muchacho con los palos y una toalla (para los palos, que nosotros no sudamos). Declaraciones, bromas con los amigotes, guiños a las nenas. Esto, multiplicado por 12 integrantes del equipo, con 5 jugadores con 35 años o más (uno de 39 y otro de 43), casi todos con barriguita generosa, todos tan peinados en el último hoyo como al salir del hotel por la mañana, profesionales de un billar grande con bolitas pequeñas.

Su discursito es mucho más, solo he puesto las perlas más “simpáticas” del amigo, que de tonto tiene para dar y tomar.
Tener edad te excluye del deporte según el genio y figura. Tener barriga también. En una frase se carga a los poseedores de barriga y de años.
Al golf no se juega en pantalón corto y camiseta... evidentemente maestro, no hace la puñetera falta, no se corre ni te tiras al suelo, por lo que se puede ir elegantemente vestido, y, puesto que no hace falta darle a un balón con la cabeza puede ser que, si no hace mucho viento, acabes igual de peinado que cuando saliste.
Su deporte es correr, sudar, volver a correr, escupir y demás. Una definición tan corta como su escaso intelecto.

Que puto crack en serio, es un tío que siendo retrasado mental, encima le gusta pavonearse de ello. Os recuerdo, no hay nada más peligroso que un tonto que se cree algo.

Amigo, a ver si la próxima atinas mejor que no has dado ni una, que lo que has quedado es como un auténtico impresentable que solo sabe escribir chorradas sin sentido y rajar de un conjunto de personas que no te ha hecho nada, y si tienes envidia te jodes, y, mientras tanto, cierra la maldita boca.

jueves, 21 de febrero de 2013

Mi "Querido" Cine Español



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Siempre he querido decirlo. Desde que vi al viejo Arnie Schwarzeneggeren Terminator decirlo he buscado ocasión día y noche sin encontrar el momento apropiado pero… el momento ha llegado. I’m back (“He vuelto”, yo aclaro siempre, que no se en cuantos dedos de frente está la media del personal). He vuelto, y he vuelto cabreado, más indignado que los de la ceja, con ganas de marcha y barra libre de bourbon en la barra de este nuestro bar. Sé que la espera se ha hecho muy dura, pero supongo que habréis sobrevivido sin mí. Lamento la espera.

Vengo con ganas de prender fuego a algo, y ese algo, y tras unos Goya de espanto es… bingo, premio para el caballero. El cine español. Un segundo. Oigo risas al fondo. Sí, he dicho cine porque hoy en día ponerse detrás de una cámara incluso si es compacta parece que te convierte en Spierlberg o algo peor. Ya me entienden, la bazofia, esperpento de cosa llamada cine español.

No hay nada en esta vida que me haga afilar más el colmillo que unos premios Goya aderezados con una alfombra roja, muy roja, en el más político de los significados (bueno, quizás una rueda de prensa de Leire Pajín o de Ana Mato, no sé…).

El cine español es una basura. Una basura y una de las grandes mentiras de este país junto con la Alianza de Civilizaciones de ZP. Primero, no es cine. Yo llamo cine a algo de calidad, y esto que se hace en este país no lo es. Segundo, es una mentira porque la industria de cine en este país no existe. Son proyectos cuasi-públicos, porque son en su mayoría pagados con dinero público para dar empleo a una pandilla de indeseables y a sus familias. El cine español es o una especie de secta o una logia masónica, no sé qué puede ser peor. Es de broma que haya que ser republicano, de izquierdas, más rojo que las amapolas, anticapitalista, antiamericano, defensor del conflicto del Sáhara, y vestir como un maldito marginado social (ellos, porque ellas llevan vestido caros de cojones, con perdón, pero ays, odian las pieles, las muy capullas). Hay que cumplir más requisitos para estar en este mundillo que para entrar en Eton College, y eso es triste. Creerán los capullos estos que el hecho de no llevar corbata les hace ser la leche. Lo que les hace es ser unos completos tontos de los c… Bueno, que me enciendo.

Pero se quejan. Óiganme, yo entiendo que la gente de Iberia se queje, que los de tal o cual empresa estén en pie de guerra y fumando en pipa, claro que sí. Pero… ¿esta gentuza? ¿Hola? ¿Estamos locos? ¿De qué se queja esta masa de indeseables que solo se dedican a esperar a los Goya para criticar al Gobierno, salir con pegatinas y chapas cutres reivindicando cosas? Señora mía, si su padre, que en paz descanse, se murió en un hospital público por falta de agua y por falta de mantas, no espere a los Goya a criticarlo, vaya al juzgado de guardia más cercano a su casa y con dos pelotas presente la denuncia, no me monte el numerito en el escenario meses después de que su padre finara… ¿qué se cree que somos? ¿Un país bananero? Sí. Lo somos. Y tontos, además, por pagarles el chiringuito y encima promocionarles sus caprichos. Y encima tiene que ir el Ministro de Cultura a aguantar el chaparrón. Que se fastidien, que al año que viene monten la fiesta en casa de los Bardem-Cruz en La Finca o en la urbanización modesta donde vivan, que seguro que están más a gusto y en familia, que les grabe y les saque por la tele el faraón bendito.

Jamás, repito, jamás he pagado y pagaré por ver una película española, lo siento. No soy ningún tipo de delincuente por renegar del cine patrio, pero yo, para ver basura, no pago ni un duro, que ya suficiente dinero público reciben como para encima bailarles el agua.

Películas de mala calidad, series cutres, actores y actrices chabacanos, absolutamente vulgares, maleducados y, lo peor de todo, malos, muy malos. Aquí voy a hacer hueco a un personaje especial. Mr Javier Bardem. Probablemente el más rojo, antiamericano, anticapitalista y anti todo, pero un tipo listo. Que odio Estados Unidos… pues me mudo a… ¿Beverly Hills? ¿Qué mi mujer da a luz? Pues a parir a los States. ¿Qué no tengo curro? Pues fijo que en Holywood me dan algo, que para algo tengo un Oscar y me aplauden las pelotas cuando pienso en el dinero yankee. En fin, más hipócrita el tipo éste no puede ser, pero bueno, se ha sabido buscar la vida.

Uno se pone a comparar cine, series, etc… y no hay color. Así que por mí, cuando el chorreo de dinero hacia esta gente se acabe, que se acabará, espero más pronto que tarde, cuando por falta de dinero y de ideas este negocio toque fondo, cuando la gente se dé cuenta de que esto del cine español es el timo de la estampita… Yo miraré hacia otro lado cuando el barco se hunda, y mientras, veré la última peli de turno de Bruce Willis pegando tiros a diestro y siniestro, con música de Hans Zimmer made in the USA total, o volveré a ver por enésima vez Solo Ante El Peligro… y disfrutaré como un niño chico, os lo aseguro, y me reiré, mucho.

martes, 20 de noviembre de 2012

De vampiros, hombres lobo y chusma crepuscular



Bang, bang. ¿Oyen? No, que no cunda el pánico, no son disparos con balas de plata, es el sonido de botellas de Champagne al descorcharse. Se preguntarán que a qué viene tanta celebración etílica a plena luz del día, se lo diré. No hay más motivo que resulta que se ha estrenado la nueva película (¿?) de Crepúsculo, Amanecer parte decimocuarta debe ser. Lejos de que piensen que soy un emo aficionado a esta patraña cinematográfica les diré que no hay alegría mayor para un humilde aficionado al cine que la noticia de que esa basura llega a su fin. Y como toda alegría, se riega con Champagne. Supongo que todas las hordas de adolescentes del club del acné, todas los modernillos y chusma similar estarán emocionadísimos con el estreno y a su vez un poco taciturnos porque ya no les van a entregar cada año una mierda más en las salas de cine. Tranquis, que pronto seguro que os estrenan 50 Sombras de Grey para que volváis a soñar…con otras cosas, en fin, que me desvío. Lo dicho, alegría inmensa regada con los mejores vinos porque esta saga lleva a su ansiado y cutre punto y final. No la he visto pero tampoco digo que no la veré, porque al fin y al cabo para criticar algo con razón hay que probarlo, pero hoy me voy a explayar cual vampiro con cuello ajeno. Ja.

Soy un nostálgico. Un nostálgico de muchas cosas. Por ejemplo, para unos la Navidad comienza cuando se encienden las luces del Corte Inglés. Para mí empieza cuando Rod Stewart, Tony Bennett, Michael Bublé, John Travolta o gente de esa calaña sacan un disco de villancicos. Es decir, para mí ya ha empezado. Stewart y Travolta este año, año santo casi. Pues resulta que también soy un nostálgico de los vampiros. De los vampiros de verdad, no de los gays con colmillos y cara de estreñidos que sacan ahora.

Soy fan de Drácula, de cómo Gary Oldman lo interpretó, del viejo Christopher Lee, de Boris Karloff. Puede que a día de hoy se vean cutres porque la gente es idiota, siento los que se den por aludidos, la verdad duele. Porque si no metes músculo, no conducen un puto Volvo sin personalidad y no son castos hasta el matrimonio pero luego parten la cama en tres ya no gusta. Tiene gracia, a esas mismas adolescentes les encantaría que un tío les golpeara con diversas herramientas de tortura como el señor Grey. Tía, o sea. Basura. Basura para adolescentes.

Donde se ponga un frac, las buenas maneras del conde, las copas de sangre, la capa, el ajo, el no verse en un espejo, y la sed de sangre de tías jamonas y suculentas, las vampiresas hambrientas de carne masculina, que se quite la mierda que vende Crepúsculo. ¿Subido de tono? Hipócritas. Que se quite la rancia de Kristen Stewart (no tan rancia eh, que luego el novio parece que tiene más cuernos que el compositor de la canción “el venao”), su novio con cara de sifilítico y el “petao” del lobo ese con cara de anormal con dos neuronas (una para hablar y otra para no hacerse sus necesidades encima…si hace una tercera cosa…echen imaginación). 

Maldita sea, el pobre conde Drácula debe estar revolviéndose en su ataúd. Si pudiera, saldría y le pegaría un bocado a Kristen pero… descubriría desgraciadamente que la chica esa parece que no tiene ni sangre por lo inexpresiva que es, sería como morder una planta, harto desagradable. Joder… me acuerdo del gran Jack Nicholson en Lobo, haciendo, evidentemente, de hombre lobo, para los más avispados…y me da tanta grima ver ahora a los hombres lobo… probablemente sean hasta abstemios. Como cambian las cosas, Jack, amigo.

Crepúsculo y toda la caca que lo rodea no es otra cosa que el reflejo de una sociedad que da bastante pena. Cuatro vampiros patéticos a más no poder, modernillos y tal son los ídolos de juventud, el toque ranciete e hipócrita (digo hipórcrita porque parece que gusta el estilo de relación entre él y ella, pero luego la gente...en fin) de la relación entre él y ella, el triunfo del bien...en fin. Los vampiros han sido y serán siempre, al menos en corazones nostálgicos como el del que escribe, seres malos, muy malos, elegantes, muy elegantes, con mucha sed de sangre de gente como los aficionados de Crepúsculo.

En fin amigos, mucho champagne, y una copita de sangre para ami amigo Drácula, mucha alegría, que el mal de Crespúsculo ya ha pasado y estoy empezando a escuchar al viejo Rod…